Pues eso, no hay mayor placer en la vida carnavalera que el alcanzar el objetivo para el cual se concibe cualquier chirigota: gustar.
Este año muchos eran los miedos e inquietudes con las que nos encontramos Fran y yo a la hora de enfrentarnos a esa página de “Word” en blanco (¡qué añoranza del taquillo de folios encuadernados que nos preparábamos para tal fin años atrás!). Pues eso, sacar una chirigota que convenza, primero a nosotros mismos (sin duda los más críticos con lo nuestro) y después al cada vez más entendido y exigente público de nuestro Huelma nos ha costado Dios, ayuda y muchíssssimo teléfono. Bien es cierto que este año, para los que nos gusta el concurso, las presiones por este lado han sido menores ya que no veníamos defendiendo un primer premio, no obstante, el nivel de las chirigotas de nuestro pueblo es cada vez más alto y te obliga a exigirte más y más manteniendo todo el año ese gusanillo competitivo que tanto motiva ¡qué seríamos sin esto!
La suerte de tener un grupo que aporta tantísimas ideas y nos centra en la vida Huelmeña para aquellos que no vivimos allí además de defender un repertorio a muerte con el que creían desde el primer día, ha hecho el resto. Podría escribir muchísimos sobre ellos (sin duda lo haré en otra ocasión) pero hoy me quedo con el conjunto, con el grupo de amigos que con las cervecitas y copillas de “La Guita” hemos pasado este embarazo chirigotero de ensayos y más ensayos hasta darle forma a la criatura ¡qué ganas teníamos de soltarla!
El fin de semana no pudo ser más atípico. Nieve sobre nieve y carrozas sobre la nieve ¡manda “güevos “! ¡y nosotros pensando que la gente se iba a estar en sus casas y no iba a ir al auditorio! ¡qué poco confiamos en nuestros paisanos! ¡qué ambiente más caldeao! ¡ y qué Peralo más pesao! Pero bueno, nosotros como Julio César: Veni, Vidi, Vinci.
GRACIAS PUEBLO DE HUELMA.
Pepe Vico.
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