En carnaval hay veces en que tanto se mete uno en el papel
que representa que acaba por creérselo hasta tal punto que el personaje te “come”.
Eso nos ha pasado exactamente este
sábado de carnaval. Hoy por hoy, y después de meditar todo lo que nos ha pasado
en el fin de semana, podemos asegurar que nos hemos sentido verdaderas “reinas”
de la noche o, mejor dicho, que nos habéis hecho sentir como unas verdaderas “queens”
de esta fiesta que tanto nos gusta.
Otro año de esfuerzo, empeño,
sacrificio y, también hay que decirlo, buenísimos buenos ratos, ha desembocado
en un fin de semana para enmarcar. Todas las piezas que componen esta chirigota
han engranado perfectamente. Hasta el último día no sabíamos cómo iba a
resultar el disfraz, escenario,…Eran detalles que, aún controlados en mente, no
habíamos visto montados en su estructura y composición definitiva hasta el
mismo sábado del concurso. Pero bueno, todo salió a pedir de boca e incluso
mejor que en nuestros pronósitcos más
optimistas.
Una vez más, Huelma nos ha
devuelto con cariño, reconocimiento y aplausos lo que con cariño se ha hecho
pensando en ella. Solo nos queda agradecer, como siempre lo hacemos, a todos
los que han puesto de su parte para que las “Qninis” salgan a la calle: desde
nuestras mujeres a nuestros hijos, desde nuestras madres a nuestros amigos,
desde las maquilladoras a los que nos
han ayudado con el disfraz, desde nuestros patrocinadores al chófer del tractor
de la cabalgata y, como no, desde el
resto de chirigotas a todos los paisanos que año tras año nos esperan. Gracias
de verdad.
No queremos dejar pasar por
alto un agradecimiento muy especial a los hermanos del “Aquario” que siempre
están dispuestos a colaborar con nosotros y a poner a nuestra entera
disposición y altruistamente todos los medios que están de su mano para
conseguir que esta chirigota “luzca” más y mejor.
Bueno, pues una vez
pasado todo, cobra más sentido una letra que hemos compuesto este año y que no
se cantó en el concurso. Era el pasodoble de medida y viene a contar poco más o
menos las sensaciones que nos invaden a los chirigoteros una vez que pasa todo.
Rebusco en
el baúl de mi locura
motivos pa
cantar cada febrero,
y guarda
el puñetero
una gran
partitura
que sirve
de envoltura
de aquello
que más quiero.
Me
encuentro trece corazones verdes
que
empujan de mi vida la rutina,
debajo
está el regalo de los viernes,
un
balconcito abierto en una esquina;
y ese
disfraz primero,
la aguja
de mi madre,
la foto de
mi niño vestío, ¡ay!
como su
padre.
Hay un
reloj que anda
sin pilas y sin cuerda,
funciona
al tres por cuatro
y me detiene
mis problemas.
Sigo
buscando y se enreda en mis manos
y otra vez
me atrapa esa bendita cuerda
que me
mantiene unido a Huelma.
Aquí
tienes un puñao de motivos
que son
ese fuego que vuelve a prender
tras
quemar una a una las coplas
de cada
febrero, febrero, ay, febrero,
Hijo mío,
este es tu padre el chirigotero,
y la
sangre de padre a hijo ya va quemando,
y aunque
cada año que pasa
esta locura me va pesando
si tú la
llevas conmigo
me sobran motivos pa seguir cantando.